Las personas solemos amar nuestro lugar de origen. Por lo que nos ha entregado y también por lo que hemos dado, por vía del amor y del esfuerzo.
En Ocosingo, sinceramente, sentir esa clase de amor, nos ha sido siempre mucho más sencillo. Cómo no sentir orgulloso y contengo el corazón ante la belleza de esta tierra plena de historia y belleza como prueban hasta hoy las piedras monumentales de nuestras zonas arqueológicas. Cómo no sentir respeto por la dignidad de los pueblos y culturas que han crecido y florecido en nuestra Selva Lacandona. Cómo no sentir gratitud ante las riquezas con las que la naturaleza nos bendijo: ríos, cascadas, lagunas, colores, flora y fauna en abundancia.
Nuestro municipio es material para el asombro y la alegría de vivir. Por ello es nuestro deseo y deber adornar los dones de esta tierra, con nuestra hospitalidad.