El autorrechazo sabio es lo que está en la base de la autorregulación biológica, también llamada homeostasis. Esta es la capacidad que tenemos los organismos vivos de albergar una memoria del estado óptimo y de arbitrar los medios para recuperarlo cada vez que lo perdemos. Por ejemplo, disminuye el oxígeno en sangre porque fue utilizado para nutrir los tejidos y el organismo rechaza esa baja de oxígeno. La clave está en que lo rechaza con sabiduría, es decir, que lo hace activando la respiración que es lo que permite incorporar el oxígeno que se perdió. Esto mismo ocurre con todos los otros componentes que se alteran y gracias a este maravilloso mecanismo es que estamos vivos.
En el plano físico la elección del mecanismo restaurador es automática. Es algo que el organismo ya ha aprendido en el curso de su evolución.