Querido Jesus, aunque yo soy un pecador, diste tu vida por mi. Me amabas antes de que yo viera la luz del dia o sintiera la suave brisa en mis mejillas.
Has sufrido y muerto por mi, me has guardado y protegido, me has inspirado y consolado.
Tu ejemplar resignacion y amor, me hacen comprender que el Padre tiene mi vida en sus manos y que nada puede sucederme que no sea por mi bien.
Dame la confianza necesaria para pedir lo que convenga, la humildad para esperar por su voluntad y la fe para aceptar una negativa.
Haz que mis sufrimientos me rediman, que mi voluntad sea la de Dios y que mi vida sea un sacrificio de amor.