También Platón sentía una tremenda desconfianza hacia esa enorme bestia alborotadora e inconsecuente que es la muchedumbre de la democracia extrema, esa masa torpe que se deja sobornar por los demagogos, que gusta de la adulación y es presa de arrebatos pasionales.
Ellos tienen el poder, NO IMPORTA, nosotros tenemos la poesía.