Tienen las pasiones una injusticia y un interés propio que hace peligroso el seguirlas, y por el cual debemos desconfiar de ellas aún cuando parezcan más racionales, el amor desenfrenado hacia una persona, el fanatismo político y otras circunstancias en la vida de las personas constituye un motivo para meditar y reflexionar, pues de ellas depende la estabilidad emocional de una persona o una sociedad.